La Resistencia

Anoche, el perro del vecino no paró de ladrar y eso no ayudó a que durmiera demasiado bien. A pesar de eso y apoyándome en un rico cafecito Volturnero, traté de levantarme con actitud para encarar el día. Me vine a la oficina y me senté con determinación a escribir.

Ahí nomás, mientras miraba titilar la barra amarilla de la nueva pestaña en blanco de Notas, arrancó a quemarme la cabeza la charla interna.

“Poooolito querido, ¿de qué te vas a poner a escribir? Si no tenés ni una sola idea decente…¿O te pensás que va a salir algo potable? ¿En serio? No dormiste ni 4 horas, hermano….Es más, ¿para qué te gastás? ¿quién va a leer ésto?…”

Estuve muchas veces en este lugar, pero hace un tiempo que ya aprendí lo que tengo que hacer; levantar la mirada y repasar dos palabras que tengo anotadas en mi pizarra en la pared: “LA RESISTENCIA”

Hace unos años me topé con el libro “The War of Art” de Steven Pressfield. En él, conocí este concepto que me ayudó a dar un giro de 180 grados a la forma en la que estaba encarando mis proyectos.

Según Steven, La Resistencia es una especie de ente siniestro, una fuerza universal que acecha a cualquier persona que se propone empezar o avanzar con un proyecto. Es como un villano que trabaja en contra de la creatividad y la innovación. Esta criatura se alimenta de nuestras dudas, miedos y autocríticas desmedidas.

Pressfield asegura que para avanzar con cualquier desafío creativo, vamos a tener que ir a la guerra contra esta fuerza.

No hay otra.

O te le parás de manos, o te voltea y te reduce cual Steven Seagal hasta que estés dando palmaditas en el piso. Su objetivo es que tires la toalla y, como un cabrito, vuelvas obediente al sendero transitado y seguro.

Pero hay un detalle más. La fuerza de choque de La Resistencia es directamente proporcional a la importancia que tenga ese proyecto para nosotros. Cuanto más significativo sea lo que pretendamos encarar, más bardo va a armar. ¿Qué te pensás que es esa muerte súbita de tu disco rígido justo cuando estás a punto de terminar un proyecto? A mi me quedó tanto TEPT con ese tema, que hoy va todo por doblete; físico y nube.      

Hoy es uno de esos días que me toca ir a la guerra contra La Resistencia. Por eso me pareció una buena oportunidad para matar dos pájaros de un tiro; dar batalla y devolverle un toque de su propia medicina.

 

Operando en las tinieblas

Mirando para atrás, creo que la única época donde todavía no había empezado a operar La Resistencia fue de muy pibe. Creo que a todos nos pasa lo mismo, es el único momento donde somos libres de crear y jugar sin tanto condicionamiento. A partir de ahí, esta fuerza se empieza a alimentar del adoctrinamiento educativo, ese que nos demanda tener las respuestas correctas y seguir los surcos demarcados.

Fue pasando el tiempo y llegaron los años en los que me tocó laburar en empresas, donde empecé a librar las primeras batallas contra La Resistencia. Cada vez que intentaba proponer ideas que suponían romper un poco el molde de cómo se venían haciendo las cosas, ella empezaba a aparecer de manera funesta. Porque La Resistencia también toma de aliado al corporativismo y la burocracia.

Pero mi primer encuentro brutal cara a a cara con La Resistencia, fue cuando tomé la decisión de independizarme y ponerme a trabajar en mis propios proyectos. Ahí la cosa pasó a otro nivel. Y tengo que admitir que me doblegó, al menos por un tiempo.

Me pasé años dudando de mis capacidades o poniéndole el freno a proyectos que no estaban dando los resultados que esperaba. Me desmotivaba, procrastinaba, evitaba exponerme y pasaba demasiado tiempo comparándome con otros. Una a una, La Resistencia fue sacando de su cajita cada una de las herramientas que tenía para operar en contra de mi impulso creativo.

En el proceso, intuitivamente, empecé a dar pelea. Después de todo, sabía que no era un camino que había elegido por ser cómodo o seguro. Había algo importante para mi detrás y estaba dispuesto a defenderlo.

Fui ganando experiencia, reconociendo algunos patrones y aprendiendo que no estaba solo en las frustraciones que llegan cuando las cosas no salen como uno espera.

Dar con Pressfield y conocer acerca de la existencia de La Resistencia fue un hito revelador; ya dejaba de operar a mis espaldas y podía empezar a enfrentarla. De a poco, fui incorporando mis propias armas para ir a la guerra. Porque quiero que te quede claro, acá no hay lugar para tibios ni medias tintas; o ganás vos o gana ella.

Hoy te quería contar mi experiencia y tirarte alguna datita. Si estás transitando o con ganas de empezar a transitar algún proyecto creativo personal o profesional, espero que algo de ésto te sume para librar tu lucha contra La Resistencia que, sin dudas, creeme que se te va a aparecer.

 

Divide y reinarás

Una de las armas más demoledoras que descubrí que tiene esta fuerza oscura, está erguida sobre la persistencia de un mito. Es uno que duró mucho más de lo que debería haber durado y que, sobre todo, excluye. Ese mito es el que dice que el mundo se divide entre las personas que son creativas y las que no lo son.

Siempre pensé que eso era una ridiculez, pero hoy entiendo por qué duró tanto; La Resistencia se apalanca en él.

Hace un tiempo escuché a un fotógrafo hablar de este tema en una entrevista y me fascinó lo que tenía para decir. Decidí comprar su libro “Creative Calling” para profundizar en un concepto que viene a romper con este bendito mito; este artista devenido en escritor y emprendedor se llama Chase Jarvis y afirma algo que indigna a unos cuantos: todos somos seres creativos.

Sí, no solamente una escritora, un artista, una diseñadora o un publicista. Todos tenemos la capacidad de empujar y nutrir proyectos creativos, porque la creatividad es una cualidad intrínsecamente humana, no algo reservado a unos pocos afortunados tocados por una varita. Exacto, vos también, inclusive si sos un contador que está laburando en un estudio de mala muerte en algún rincón oscuro de Balvanera. Todos somos seres creativos.

Para ilustrarte el punto, te dejo el caso muy cercano de mi querido amigo Willy Tkach. Guille una de las personas que conozco que más ejercita su músculo creativo. Su formación como Cirujano Vascular no suele cuadrar mucho dentro la mitológica tipificación de persona creativa. Sin embargo, chequeate las cosas zarpadas que hace con su proyecto Danzón y que hasta llegaron a ser outfit regular del mismísimo Casey Neistat.

Willy sólo decidió reconocer y entrenar su músculo. Vos podés hacer lo mismo. 

La Resistencia se estuvo alimentando demasiado tiempo de las almas que no se animaron a avanzar con proyectos creativos porque alguien, alguna vez, dictaminó que no cuadraban dentro de ese estereotipo mitológico de “persona creativa”.

Es tiempo que nos sumemos a la declaración de Jarvis para dinamitar ese mito, porque con todo el tsunami de incertidumbre que tenemos a futuro, vamos a necesitar exprimir hasta la última gota de creatividad que cada uno de nosotros tengamos para ofrecer.

Si La Resistencia te estuvo operando y te hizo dudar, autopercibite un ser creativo porque los sos. Avanzá a fondo con tu proyecto, estamos todos en el mismo barco y no hay nada que tu creatividad no pueda lograr. Si necesitás más convicción, te recomiendo leerte el libro de Chase Jarvis

 

Tu propio termostato

¿Para qué? ¿Quién va a leer ésto?

No fue hace 5 años, eh. Fue hoy mismo que me flagelé con esas preguntas.

La Resistencia siembre aparece, siempre vamos a tener que combatirla.

Uno de los puntos que más atentó contra mi predisposición a seguir creando, fue haber estado (y todavía seguir estando) demasiado pendiente de métricas externas para medir los resultados de mis proyectos. El problema es que muchas de ellas no son controlables. Es como estar esperando que llueva para que se riegue tu plantita.

Con el tiempo fui aprendiendo que una mejor forma de medir mi avance y evitar perder inercia, era tratando de usar indicadores que yo mismo pudiese controlar y sobre los que pudiese accionar.

En vez de obsesionarme con mirar la cantidad de lecturas de un post o de likes a un video, ahora trato de enfocarme en priorizar otras métricas como la cantidad de palabras que escribo, las veces por semana que filmo y edito, o las veces que me levanto y avanzo después de un revés creativo. ¿Por qué no también sumar porotos con cada habilidad que vas aprendiendo y desafío que vas destrabando?

Ya sé que es muy difícil. No están puestos sobre la mesa los incentivos como para que funcione así, todo lo contrario. Pero lamentablemente, solamente uno puede regar la semillita y confiar en que, todo eso que está pasando bajo la tierra y que no vemos durante un buen tiempo, algún día va a dar sus frutos.

Ojo, no digo que tenemos que ser delirantes. Claro que los KPIs externos sirven. Mirar para afuera es necesario porque nos ayuda a entender a quién le estamos hablando y cómo podemos mejorar esa conversación.

Pero al comienzo de cualquier proyecto creativo, La Resistencia usa esta estrategia para hacer su mayor demostración de fuerza; te pone el reflector sobre la pobre performance de tus métricas externas y eso no te va a hacer sentir nada, pero nada bien. Hay que saber entender cuándo tenés que hacer un ego-check.

Si realmente querés avanzar, empezá a priorizar poner el foco en las métricas que sí podés controlar y comprometete en buscarle la vuelta para ver cómo podés mejorar esas primero.

 

Más trilladas que…

Me revuelven las tripas esas notas onda “Los 10 tips fundamentales para Emprendedores Creativos” en las que siempre aparecen “Constancia y Perseverancia” metiditas ahí, peleando el top 3 de ese vomitivo ranking.

Pero tengo que darles la derecha porque ahí también está la papa. Acá lo que importa es que avances, porque La Resistencia, bueno ya sabés, se resiste a que lo hagas.

La constancia es muy, muy importante porque, como te cuento en este post, cada vez que paramos y dejamos pasar tiempo antes de volver a empezar, se acumula mucha más fuerza de estado en reposo que tenemos que volver a vencer. Todas las veces que fui constante con mis proyectos, La Resistencia siguió apareciendo, pero me agarró mejor equipado con inercia para darle pelea.

La perseverancia también es clave, sobre todo cuando las cosas no salen como esperamos. Hablo de cuando no te llega ningún refuerzo positivo, nada que valide lo que estás haciendo y te infle la autoestima aunque sea un poquito. ¿Ahí que vas a hacer? Si, obvio, empezás a mirar para el costado, ves a todos los que la rompen toda y…..te bajaste del ring. Ganó La Resistencia. No es nada fácil perseverar. Nada.

¿Pero cómo hacemos entonces?

“Fake it till´ you make it” suelen decir los gringos, pero me parece que no siempre sirve. Cuando posás demasiado, se nota y La Resistencia contraataca tirando la carta del Síndrome del Impostor.

Me gusta mucho más la versión que propone Jarvis (no recuerdo si está en el libro o se la escuché decir); “Make it till´ you make it”. La clave está en hacer, hacer y hacer. Aprender la habilidad, dedicarle tiempo. Eso es lo que te va a dar confianza para seguir avanzando, no la pose. La constancia y la perseverancia se sustentan en el trabajo que hacemos para mejorar nuestro juego y eso es lo único que podemos controlar.

Y acá traigo el segundo punto que afirma Jarvis; La creatividad no es una habilidad, es un músculo y ese músculo lo tenemos todos. Pero como buen músculo, si no lo entrenamos, se atrofia. Por eso, entrenar nuestra creatividad es un hábito que tenemos que fomentar todos los días para mantenerla tonificada. Ejercitamos nuestro músculo creativo creando con constancia y perseverancia y esto nos ayuda a subirnos al ring contra La Restistencia en nuestro mejor estado físico para darle pelea.

 

La dicotomía

Hay muchos que se preguntan para qué catzo hacemos las cosas. Algunos están convencidos que el objetivo es neuroquímico, es decir, cómo nos terminamos sintiendo cuando hacemos lo que hacemos.

Cada uno tiene su propia definición de qué es el éxito, pero una que me resulta interesante es esa que dice que el éxito es “cómo te sentís con vos mismo cuando estás vos sólo con vos mismo”.

El problema es que tenemos una dicotomía instalada en nuestro marote. De la misma manera que nuestro cerebro nos premia con un lindo cocktail neuroquímico cada vez que logramos crear o atravesamos desafíos complejos, al mismo tiempo nos está pidiendo constantemente que ahorremos energía para sobrevivir. Es decir, nos tira de un lado para hacer cosas difíciles y del otro nos da una guiñadita de ojos a lo Francella para que nos quedemos cómodos en el sillón (te hablo un poco más de este tema en este post).

Ok, entonces, ¿en qué quedamos?

Bueno, en avanzar, pero no ciegos cual caballos con anteojeras. Jarvis propone que continuamente nos hagamos dos preguntas clave:

1 – ¿Está funcionando?

2 – ¿Amo hacer ésto?

Acá podés tener 4 iteraciones:

  • Si funciona y lo amás, no hay mucho que decir…pie en el acelerador a fondo.
  • Si no funciona y no amás lo que estás haciendo, la pregunta es ¿qué carajo estás haciendo ahí?
  • Si no funciona pero lo amás, entonces no te traiciones; seguí avanzando, mejorá tus habilidades, aprendé, fijate que podés cambiar y apoyate en tus métricas internas. Seguí haciendo.
  • Si funciona, pero no lo amás…bueno, ahí tenés otras preguntas más profundas que capaz necesitás empezar a hacerte.

¿En cuál de las 4 venís estando?

 

No sos tan importante

A nadie le importa demasiado lo que hacés.

Cada uno está en su mambo y no están tan pendientes de uno como a veces, de manera egocéntrica, nos gusta creer.

Puede que al ego le duela un poco esta noción, pero al mismo tiempo es muy liberadora.

Lo mejor de todo, es que ésta se puede transformar en una de tus mejores armas para darle pelea a La Resistencia. A ella le fascina operar con el ego, porque vamos a decir la posta…muchas veces puede ser nuestra criptonita. Pero cuando te afirmás en esta idea de que no sos tan importante, terminás neutralizando su peor arma. Es como cuando alguien te te quiere delirar con algo y vos te reís también con esa persona…automáticamente pierde fuerza.

Vuelvo al principio…“¿Para qué te gastás? ¿Quién lee esto?“

Honestamente no lo sé, capaz que nadie. No importa, yo lo escribo porque creo que es importante. Si una sola persona lo lee y algo de ésto la ayuda en su trayectoria, sirvió. Es más, si sos esa única persona que lo lee y no te sirvió, o inclusive si jamás nadie lo lee, igual a mi me sirvió para seguir avanzando.

Porque escribiendo este post ya vencí La Resistencia y eso se acaba de transformar en mi batalla ganada de hoy.

Abrazo y hasta la prox. 

6 thoughts on “La Resistencia”

  1. Muy bueno Pablito. Excelente. El
    Ultimo punto (no sos tan importante), aunque capaz el mas simple, me parece el mas potente para transitar la incertidumbre, y neutralizar las opiniones irrelevantes. “No tomes un critica de alguien de quien no tomarias un consejo”.

  2. Grande Pablito! Felicitaciones por haber vencido a la resistencia y haber escrito este artículo ; )
    Muy útil, me guardo varios consejos!!

Leave a Comment

Your email address will not be published. Required fields are marked *